Uso de las aceras: contacto e
incorporación de los niños
En el texto se trata el tema de las
aceras en las grandes ciudades, con ello quiere indicarse la vida que se
muestra en el día a día en las calles, el uso de las mismas, así como el propio
hecho de utilizarlas.
A vista del ciudadano, en la ciudad, se ven las calles como
algo peligroso, donde, de manera general, no se tiene confianza con los demás,
cada persona es independiente y nadie, salvo quien tú elijas, sabrá sobre la
vida privada de uno mismo, puesto que la intimidad es algo muy preciado en la
ciudad.
En estas grandes ciudades, no existe mucha cercanía entre su
gente, puesto que la obligación de compartir demasiadas cosas los distancia.
Como se ha mencionado, las aceras en las grandes ciudades,
están mal vistas, son peligrosas para la crianza de los hijos, y por todos los
medios se intentan crear espacios como parques, para que estos niños jueguen en
un lugar “apropiado”. Pero esto va más allá, pues quien permite a su niño o
niña jugar en la acera, le está abriendo todo un abanico de sensaciones,
experiencias, observaciones… que le harán crecer y aprender, pues los niños
aprenden observando a los adultos. Esto es también conocido como participación,
pues los niños, juegan de manera voluntaria y libremente, entran y salen cuando
quieren, de tal manera, que el concepto participación se hace más visible con
este ejemplo.
Otro matiz importante es la responsabilidad que adquieren las
personas que se encuentran alrededor de las aceras, las cuales, sin que les una
un lazo de amistad ni nada que se le parezca, interioriza la responsabilidad
por esos niños. De tal manera que las aceras no son tan peligrosas ni poco
educativas para los niños como se piensan, pues en la mayoría de los casos,
estarán bajo la supervisión de un mayor.
Es importante añadir, que para los niños, una vez cumplidos
los seis años, los parques dejan de serles interesantes para disfrutar más de
las aceras, donde encuentran todo un mundo de sensaciones, los portales,
árboles, bancos de las aceras… todo se convierte cual deseable salón de juegos.
Por todo esto, se ven las aceras como órganos de seguridad ciudadana, vida
pública y educación de los niños.
Si observamos el texto de Francesco Tonucci, “La ciudad de
los niños”, se aprecia como el autor, hace hincapié en la idea que estamos
tratando, puesto que reflexiona acerca de cómo los niños de las ciudades
grandes no tienen aventuras, experiencias, no investigan y todo ello viene en
relación a lo que apunta Jacob, pues el empeño por la creación y disfrute de
parques, hace que los propios niños no participen una la vida ciudadana tal
cual, por ello, comenta Tonucci, la necesidad de que los niños a medida que van
creciendo, van necesitando lugares más amplios donde experimentar, observar,
vivir aventuras…
Como mera reflexión hemos de comparar desde esta temática, la
vida en un pequeño pueblo y la vida en las grandes ciudades. No queda en el
pasado, puesto que hoy día siguen existiendo esos pueblos pequeños donde todas
las puertas de las casas se encuentran abiertas de par en par y todos son
partícipes libremente de la educación de los demás.
De tal manera, que cuando se habla del contacto entre los
vecinos, los habitantes de un mismo lugar. Si lo vemos desde la parte más
urbana, cada persona es individual, y nadie conoce a cerca de ella, como se ha
dicho anteriormente, salvo que esta persona acceda a compartirlo con otras. Sin
embargo en los pueblos esto no sucede, pues allí, todos se conocen la vida de
todos. Y del mismo modo que los niños en las ciudades se crían en las aceras,
en los lugares más rurales, lo hacen en sus calles. Quisiéramos dejar esto
claro: hacemos una semejanza entre las aceras de una gran ciudad con las calles
mismas de un pueblo. Los niños juegan y experimentan no sólo en las aceras,
sino en cualquier parte del pueblo.
Es importante mencionar, que de la misma forma que los
adultos que se encuentran alrededor de los niños y que no tienen ningún vínculo
afectivo, pero de igual manera se hacen responsables de ellos y su educación en
las aceras de una gran ciudad. Los habitantes de un pueblo son responsables de
todos los niños, tengan o no alguna relación con ellos, por esto, la educación
de los niños es más abierta, y menos peligrosa, puesto que los padres tienen la
confianza de dar libertad al niño, ya que cualquiera de las personas del
pueblo, vigilará el comportamiento de su hijo.
Además, mirando desde los gustos de los niños, la existencia
de un parque, siempre quedará para el uso y disfrute de los más pequeños,
puesto que tanto las calles en un pueblo como las aceras en una gran ciudad,
están repletas de aventuras por descubrir, de rincones secretos y de vida, lo
cual es el motivo necesario para que un niño no pise un parque si no es para
alguna aventura preparada. Para culminar este tema, usaremos la frase que se
utiliza mucho en las zonas rurales: “en los pueblos, los niños se crían solos”.
Con respecto al tema tratado, el hecho de que los niños y
niñas jueguen en las aceras, es totalmente un signo de participación, pues lo
hacen libremente. A la hora de que se lleve a cabo la labor de un educador
social, por ejemplo en un instituto, ha
de lograrse justamente eso, la participación de todos, atraer la atención, y
todo ello con gran calidad en las acciones, para que no se observe como algo
obligatorio, sino, opcional, y que se encuentra a disposición de ellos siempre
que lo necesiten de una manera no obligatoria.
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