jueves, 3 de mayo de 2012

[3] MUERTE Y VIDA DE LAS GRANDES CIUDADES


Uso de las aceras: contacto e incorporación de los niños

En el texto se trata el tema de las aceras en las grandes ciudades, con ello quiere indicarse la vida que se muestra en el día a día en las calles, el uso de las mismas, así como el propio hecho de utilizarlas.
A vista del ciudadano, en la ciudad, se ven las calles como algo peligroso, donde, de manera general, no se tiene confianza con los demás, cada persona es independiente y nadie, salvo quien tú elijas, sabrá sobre la vida privada de uno mismo, puesto que la intimidad es algo muy preciado en la ciudad.
En estas grandes ciudades, no existe mucha cercanía entre su gente, puesto que la obligación de compartir demasiadas cosas los distancia.
   Como se ha mencionado, las aceras en las grandes ciudades, están mal vistas, son peligrosas para la crianza de los hijos, y por todos los medios se intentan crear espacios como parques, para que estos niños jueguen en un lugar “apropiado”. Pero esto va más allá, pues quien permite a su niño o niña jugar en la acera, le está abriendo todo un abanico de sensaciones, experiencias, observaciones… que le harán crecer y aprender, pues los niños aprenden observando a los adultos. Esto es también conocido como participación, pues los niños, juegan de manera voluntaria y libremente, entran y salen cuando quieren, de tal manera, que el concepto participación se hace más visible con este ejemplo.
   Otro matiz importante es la responsabilidad que adquieren las personas que se encuentran alrededor de las aceras, las cuales, sin que les una un lazo de amistad ni nada que se le parezca, interioriza la responsabilidad por esos niños. De tal manera que las aceras no son tan peligrosas ni poco educativas para los niños como se piensan, pues en la mayoría de los casos, estarán bajo la supervisión de un mayor.
   Es importante añadir, que para los niños, una vez cumplidos los seis años, los parques dejan de serles interesantes para disfrutar más de las aceras, donde encuentran todo un mundo de sensaciones, los portales, árboles, bancos de las aceras… todo se convierte cual deseable salón de juegos. Por todo esto, se ven las aceras como órganos de seguridad ciudadana, vida pública y educación de los niños.
   Si observamos el texto de Francesco Tonucci, “La ciudad de los niños”, se aprecia como el autor, hace hincapié en la idea que estamos tratando, puesto que reflexiona acerca de cómo los niños de las ciudades grandes no tienen aventuras, experiencias, no investigan y todo ello viene en relación a lo que apunta Jacob, pues el empeño por la creación y disfrute de parques, hace que los propios niños no participen una la vida ciudadana tal cual, por ello, comenta Tonucci, la necesidad de que los niños a medida que van creciendo, van necesitando lugares más amplios donde experimentar, observar, vivir aventuras…
   Como mera reflexión hemos de comparar desde esta temática, la vida en un pequeño pueblo y la vida en las grandes ciudades. No queda en el pasado, puesto que hoy día siguen existiendo esos pueblos pequeños donde todas las puertas de las casas se encuentran abiertas de par en par y todos son partícipes libremente de la educación de los demás.
   De tal manera, que cuando se habla del contacto entre los vecinos, los habitantes de un mismo lugar. Si lo vemos desde la parte más urbana, cada persona es individual, y nadie conoce a cerca de ella, como se ha dicho anteriormente, salvo que esta persona acceda a compartirlo con otras. Sin embargo en los pueblos esto no sucede, pues allí, todos se conocen la vida de todos. Y del mismo modo que los niños en las ciudades se crían en las aceras, en los lugares más rurales, lo hacen en sus calles. Quisiéramos dejar esto claro: hacemos una semejanza entre las aceras de una gran ciudad con las calles mismas de un pueblo. Los niños juegan y experimentan no sólo en las aceras, sino en cualquier parte del pueblo.
   Es importante mencionar, que de la misma forma que los adultos que se encuentran alrededor de los niños y que no tienen ningún vínculo afectivo, pero de igual manera se hacen responsables de ellos y su educación en las aceras de una gran ciudad. Los habitantes de un pueblo son responsables de todos los niños, tengan o no alguna relación con ellos, por esto, la educación de los niños es más abierta, y menos peligrosa, puesto que los padres tienen la confianza de dar libertad al niño, ya que cualquiera de las personas del pueblo, vigilará el comportamiento de su hijo.
   Además, mirando desde los gustos de los niños, la existencia de un parque, siempre quedará para el uso y disfrute de los más pequeños, puesto que tanto las calles en un pueblo como las aceras en una gran ciudad, están repletas de aventuras por descubrir, de rincones secretos y de vida, lo cual es el motivo necesario para que un niño no pise un parque si no es para alguna aventura preparada. Para culminar este tema, usaremos la frase que se utiliza mucho en las zonas rurales: “en los pueblos, los niños se crían solos”.
   Con respecto al tema tratado, el hecho de que los niños y niñas jueguen en las aceras, es totalmente un signo de participación, pues lo hacen libremente. A la hora de que se lleve a cabo la labor de un educador social, por ejemplo en un instituto,  ha de lograrse justamente eso, la participación de todos, atraer la atención, y todo ello con gran calidad en las acciones, para que no se observe como algo obligatorio, sino, opcional, y que se encuentra a disposición de ellos siempre que lo necesiten de una manera no obligatoria.

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