sábado, 17 de marzo de 2012

[2] Antropología Urbana


     ¿Aquello que nos afecta es siempre un proceso autónomo que impacta en individuos y grupos que pasivamente reciben sus consecuencias?
   Hablar de Antropología Urbana es plantearse, principalmente, como definir conceptos como ciudad, como un imaginario urbano; como ese “ente” que identifica una memoria, una historia y una referencia colectivas; como la metróplis moderna sin límites en medio de la confusión y la indefinición; como la consecuencia del impacto de la desterritorializacion y la reterritorializacion, en donde el primero pone en peligro el apego y los vínculos que unen los lugares y las comunidades de personas, y el segundo crea nuevas formas y combinaciones de identidad territorial; o como una transicion postmetropolitana por la implosion y explosion simultanea de la escala de las ciudades. Sea como fuere, defender uno u otro credo implicar hablar de:
a) La Cultura como ámbito afectado:
- el intercambio cultural que amenaza una pérdida en la integridad de las culturas o identidades, con consecuencias como los de homogeneización y fragmentación cultural sumados al hecho de que tenga un posible impacto en los procesos de identificación de la gente porque de cerca, la noción de identidad se vuelve más problemática, pues connota una esencia;
- la oportunidad de diversificar y enriquecer las costumbres, de donde el rol eminentemente difundido es el de consumidores (debido a la sociedad consumista actual), con lo que la economía parece estar definiendo una identidad más vinculada con los bienes a los que se accede que con el lugar donde se ha nacido.
b) La Ciencia y la Tecnología como vías de contracción o expansión:
Los nuevos medios tecnológicos manifiestan estar creando un mundo donde los valores y las economías repercuten en la cultura y los valores humanos: podrían estar siendo modelados por el medio electrónico. Nunca antes las sociedades habían quedado completamente supeditadas al mercado comercial para determinar sus valores y sus modelos.
      Y aunque sea oportuno referirse a los avances tecnológicos como los grandes informadores de regiones a kilómetros de distancia, de las injusticias, de las prácticas infrahumanas y los éxitos fulgurantes de quienes, de otro modo, quizás ni seríamos conscientes ni conocedores, lo cierto es que ¿quiénes se benefician de tal entramado comercial?
     Con lo anterior y dos autores como Saskia Sassen y Manuel Castell, se plantean dos modelos de ciudad a analizar:

1. CIUDAD GLOBAL (Saskia Sassen) 
«Una ciudad global paga un costo social alto, no es simplemente una fórmula para que todos estemos contentos»
     Para la renombrada autora, la conformación de ese tipo de ciudades trae mucho dinamismo. Pero al mismo tiempo genera nuevos desafíos políticos y desventajas. Rechaza la idea de que las ciudades globales sean producto únicamente de la economía global. Y avisa del surgimiento, en ese marco, de nuevas fuerzas sociales y políticas. 
     Cada vez más ciudades se lanzan, a veces de manera precipitada, a construir edificios-emblemas, encarar importantes transformaciones urbanas y organizar grandes eventos. Hay quienes dicen que esto es indispensable para atraer inversiones y hacer «ciudad global».
    Entonces, podríamos afirmar que las ciudades globales son aquéllas que han logrado adaptarse a la economía globalizada, y donde se sitúan los principales actores del poder que manejan el capitalismo global.

2. CIUDAD INFORMACIONAL (Manuel Castells) 
"Emerge una forma social y espacial: la ciudad informacional. No es la ciudad de las tecnologías de la información profetizada por los futurólogos. Ni es la tecnópolis totalitaria denunciada por la nostalgia del tiempo pasado. Es la ciudad de nuestra sociedad, como la ciudad industrial fue la forma urbana de la sociedad que estamos dejando. Es una ciudad hecha de nuestro potencial de productividad y de nuestra capacidad de destrucción, de nuestras proezas tecnológicas y de nuestras miserias sociales, de nuestros sueños y de nuestras pesadillas. La ciudad informacional es nuestra circunstancia.”
      Lo que nos muestra Castells es la existencia de un nuevo paradigma tecnológico ( con el desarrollo actual de las TIC) que consecuencie ciertas modificaciones en los procesos urbano-regionales de organización (internacionalización, descentralización, etc.): llegar a una sociedad dual, en la que las diferencias entre grupos sociales se harán cada vez mayores, en la que el Estado del Bienestar perderá progresivamente su papel redistribuidor. Una sociedad fragmentada socialmente a todos los niveles.

PERO ENTONCES, ¿OTRA GLOBALIZACION ES POSIBLE? ¿Y OTRA ANTROPOLOGÍA URBANA?

       Las desigualdades de la globalización neoliberal son cada vez mayores. El sociólogo catalán Manuel Castells dice que si se sigue esta tendencia terminaremos viviendo en universos paralelos. ¿Exagera?
La presentación de la ciudad en Castells como un lugar donde las zonas urbanas se conectan con el exterior (lo que implica el sentido global) al mismo tiempo que se distancian de las zonas internas locales plantea la posibilidad de pensar en una remodelación de las estructuras poblacionales que podría corresponder a una desaparición de lo local para derivar en el sueño de la adquisición de vivienda en un gran lugar por parte de los ciudadanos, el empleo al servicio de la actualidad, el haber ganado la batalla del reconocimiento social, etc. Precisamente, esta lucha entre seres humanos por escalar hacia un bienestar personal podría ser la fuente de una nueva y clara segregación que ya se avista: la dicotomía mundo urbano globalizado y mundo rural tradicional, anticuado e, incluso, desconectado.
         Resulta familiar visualizrar en algunas zonas rurales como sus habitantes desean partir hacia un destino más ambiental, integrado, sofisticado; un destino que responde a la urbe en sí misma. Tampoco es de extrañar escuchar la plabra globalización como un término novedoso, desconocido, un concepto que se presenta como una potencialidad de cambio que provoca un encogimiento del mundo y una inmediatez de contacto que nada tiene que ver con la localidad cerrada, arraigada y tradicional. Resulta curioso pensar en la globalización como un término nuevo, incompleto, etc. puesto que esta palabra no viene determinada por la invención del ser humano sino que de repente apareció arrasando la mentalidad poblacional que se posicional en términos binarios a favor o en contra de la misma. Cuando nos referimos a un término hemos de atribuirle un significado que, mínimamente, sea común a todos los individuos que lo pronuncian, esto es, uno de los conceptos más fuertemente asociado al término globalización es la palabra cambio y si efectivamente la globalización comprende una serie de cambios no podemos referirnos a ella como un modelo novedoso sino como algo que ya sucedió, algo que fue un pasado cercano y que, posiblemente, siga teniendo efectos hoy día.
      Este planteamiento de la globalización como un fenómeno que atrae la expectación y atención de públicos del mundo urbano y rural, sirve para poder entender una de las grandes cuestiones que se presentan como forma de segregación y no interacción ciudadana: la formación de grupos cerrados o ghettos. Si el mundo urbano se caracterizaría por esa gran información, comunicación, presencia ciudadana, etc. el mundo rural, aislado y tradicional, se contemplaría como un grupo de personas que han optado por una forma de vida diferente y minoritario, un grupo recluido en sus propios asuntos, al margen de la urbe y su movimiento poblacional.
     Encontrar grupos, distanciamientos y dicotomías no es difícil, los espacios de las ciudades están pensados para atraer a ciertas personas que reúnen características similares tales como la pertenencia a una determinada clase social en el caso de los denominados spa, por ejemplo. Esta apropiación de la ciudad como un espacio conformado por edificios, lugares, zonas, etc. que, a favor de sus intereses, se muestran al gusto y disfrute de un determinado perfil poblacional reflejan la cantidad de círculos y variedades que se pueden formar dentro de un mismo lugar y, en este caso, si la globalización supone una aproximación de todos los lugares del mundo ¿hasta qué punto la gran variedad reflejada no uniría zonas altamente distantes y separaría puntos próximos y/o contiguos en función de la utilidad del lugar? La globalización se muestra pues como un complejo cambio que ha recorrido la estructura tradicional de la ciudad, una estructura arraigada en costumbres y con una identidad reseñable. Esto no sitúa a la diversidad como algo perjudicial sino como una forma de pensar en la facilidad con la que se puede separar la población a partir de intereses, deseos y propuestas que subyacen en lo más interno del animal racional: el sentimiento de pertenecía, ubicación e identificación.
      La lógica de la globalización ha provocado una reestructuración de casi todas las zonas mundiales siendo precisamente las ciudades más reconocidas socialmente aquellas que manejan grandes cantidades de información o se destinan al negocio estricto de las finanzas y la administración, una lógica basada en el mayor conocimiento inimaginable pero dejando grandes carencias visibles en el rango de pensamiento, racionalidad y reflexión. La información no se procesa y analiza sino que fluye a un nivel de sentimientos y de experiencia, llega a nosotros y se va sin aportar nada a nivel de conocimiento y es entonces cuando, abrumados por la gran cantidad de tecnología que impregnan nuestra vida de información y contactos virtuales, damos cuenta de que hoy es un día en el que no podemos pararnos a pensar, hay que seguir atendiendo a todo aquello que nos reclama y que agota nuestro tiempo de manera insaciable.
       A pesar de estos cambios inimaginables en épocas anteriores y contando con la gran cantidad de tiempo que se invierte en hacer varias cosas a la vez presionados por diversas fuentes laborales, familiares o sociales, una de las formas gracias a las cuales podemos clasificar la globalización como un conjunto de cambios es la capacidad de memorización del ser humano, una memoria que guarda en su interior la antigua ciudad y la compara con la ciudad actual, una memoria que sabe que han cambiado aspectos a favor de intereses dominantes pero mantiene ciertas prácticas ancestrales a través de diversas formas de organización y control como es por ejemplo, sin ir más lejos, la opresión a la mujer. Tradicionalmente, esta opresión se ejercía en el núcleo familiar, ahora la ciudad está pensada, con su delincuencia y violaciones, a educar a la mujer en el miedo, una mujer que pocas veces pisa la calle sola en la noche...

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