¿Aquello que nos afecta es siempre un proceso autónomo que
impacta en individuos y grupos que pasivamente reciben sus consecuencias?
Hablar de Antropología Urbana es plantearse,
principalmente, como definir conceptos como ciudad, como un imaginario urbano; como
ese “ente” que identifica una memoria, una historia y una referencia
colectivas; como la metróplis moderna sin límites en medio de la confusión y la
indefinición; como la consecuencia del impacto de la desterritorializacion y la
reterritorializacion, en donde el primero pone en peligro el apego y los
vínculos que unen los lugares y las comunidades de personas, y el segundo crea
nuevas formas y combinaciones de identidad territorial; o como una transicion
postmetropolitana por la implosion y explosion simultanea de la escala de las
ciudades. Sea como fuere, defender uno u otro credo implicar hablar de:
a) La Cultura
como ámbito afectado:
- el intercambio
cultural que amenaza una pérdida en la integridad de las culturas o identidades,
con consecuencias como los de homogeneización y fragmentación cultural sumados
al hecho de que tenga un posible impacto en los procesos de identificación de
la gente porque de cerca, la noción de identidad se vuelve más problemática,
pues connota una esencia;
- la oportunidad de
diversificar y enriquecer las costumbres, de donde el rol eminentemente
difundido es el de consumidores (debido a la sociedad consumista actual), con
lo que la economía parece estar definiendo una identidad más vinculada con los
bienes a los que se accede que con el lugar donde se ha nacido.
b) La Ciencia y la Tecnología como vías de contracción o expansión:
Los nuevos medios tecnológicos manifiestan estar creando
un mundo donde los valores y las economías repercuten en la cultura y los
valores humanos: podrían estar siendo modelados por el medio electrónico. Nunca
antes las sociedades habían quedado completamente supeditadas al mercado
comercial para determinar sus valores y sus modelos.
Y aunque sea oportuno referirse a los avances tecnológicos
como los grandes informadores de regiones a kilómetros de distancia, de las
injusticias, de las prácticas infrahumanas y los éxitos fulgurantes de quienes,
de otro modo, quizás ni seríamos conscientes ni conocedores, lo cierto es que
¿quiénes se benefician de tal entramado comercial?
Con lo anterior
y dos autores como Saskia Sassen y Manuel Castell, se plantean dos modelos de
ciudad a analizar:
1. CIUDAD GLOBAL (Saskia Sassen)
«Una ciudad global paga un costo social
alto, no es simplemente una fórmula para que todos estemos contentos»
Para la renombrada
autora, la conformación de ese tipo de ciudades trae mucho dinamismo. Pero al
mismo tiempo genera nuevos desafíos políticos y desventajas. Rechaza la idea de
que las ciudades globales sean producto únicamente de la economía global. Y
avisa del surgimiento, en ese marco, de nuevas fuerzas sociales y
políticas.
Cada vez más ciudades se
lanzan, a veces de manera precipitada, a construir edificios-emblemas, encarar
importantes transformaciones urbanas y organizar grandes eventos. Hay quienes
dicen que esto es indispensable para atraer inversiones y hacer «ciudad
global».
Entonces, podríamos afirmar que las ciudades globales
son aquéllas que han logrado adaptarse a la economía globalizada, y donde se
sitúan los principales actores del poder que manejan el capitalismo global.
2. CIUDAD INFORMACIONAL (Manuel
Castells)
"Emerge una forma social y
espacial: la ciudad informacional. No es la ciudad de las tecnologías de la
información profetizada por los futurólogos. Ni es la tecnópolis totalitaria
denunciada por la nostalgia del tiempo pasado. Es la ciudad de nuestra
sociedad, como la ciudad industrial fue la forma urbana de la sociedad que
estamos dejando. Es una ciudad hecha de nuestro potencial de productividad y de
nuestra capacidad de destrucción, de nuestras proezas tecnológicas y de
nuestras miserias sociales, de nuestros sueños y de nuestras pesadillas. La
ciudad informacional es nuestra circunstancia.”
Lo que nos muestra Castells es la existencia de un nuevo
paradigma tecnológico ( con el desarrollo actual de las TIC) que consecuencie
ciertas modificaciones en los procesos urbano-regionales de organización
(internacionalización, descentralización, etc.): llegar a una sociedad dual, en
la que las diferencias entre grupos sociales se harán cada vez mayores, en la
que el Estado del Bienestar perderá progresivamente su papel redistribuidor.
Una sociedad fragmentada socialmente a todos los niveles.
PERO ENTONCES, ¿OTRA
GLOBALIZACION ES POSIBLE? ¿Y OTRA ANTROPOLOGÍA URBANA?
Las desigualdades de la globalización neoliberal son cada vez mayores.
El sociólogo catalán Manuel Castells dice que si se sigue esta tendencia
terminaremos viviendo en universos paralelos. ¿Exagera?
La presentación de la ciudad en Castells como un lugar donde las zonas
urbanas se conectan con el exterior (lo que implica el sentido global) al mismo
tiempo que se distancian de las zonas internas locales plantea la posibilidad
de pensar en una remodelación de las estructuras poblacionales que podría corresponder
a una desaparición de lo local para derivar en el sueño de la adquisición de
vivienda en un gran lugar por parte de los ciudadanos, el empleo al servicio de
la actualidad, el haber ganado la batalla del reconocimiento social, etc.
Precisamente, esta lucha entre seres humanos por escalar hacia un bienestar
personal podría ser la fuente de una nueva y clara segregación que ya se
avista: la dicotomía mundo urbano globalizado y mundo rural tradicional,
anticuado e, incluso, desconectado.
Resulta familiar visualizrar en algunas zonas rurales como sus
habitantes desean partir hacia un destino más ambiental, integrado,
sofisticado; un destino que responde a la urbe en sí misma. Tampoco es de
extrañar escuchar la plabra globalización como un término novedoso,
desconocido, un concepto que se presenta como una potencialidad de cambio que
provoca un encogimiento del mundo y una inmediatez de contacto que nada tiene
que ver con la localidad cerrada, arraigada y tradicional. Resulta curioso
pensar en la globalización como un término nuevo, incompleto, etc. puesto que
esta palabra no viene determinada por la invención del ser humano sino que de
repente apareció arrasando la mentalidad poblacional que se posicional en
términos binarios a favor o en contra de la misma. Cuando nos referimos a un
término hemos de atribuirle un significado que, mínimamente, sea común a todos
los individuos que lo pronuncian, esto es, uno de los conceptos más fuertemente
asociado al término globalización es la palabra cambio y si efectivamente la
globalización comprende una serie de cambios no podemos referirnos a ella como
un modelo novedoso sino como algo que ya sucedió, algo que fue un pasado
cercano y que, posiblemente, siga teniendo efectos hoy día.
Este planteamiento de la globalización como un fenómeno que atrae la
expectación y atención de públicos del mundo urbano y rural, sirve para poder
entender una de las grandes cuestiones que se presentan como forma de
segregación y no interacción ciudadana: la formación de grupos cerrados o ghettos.
Si el mundo urbano se caracterizaría por esa gran información, comunicación,
presencia ciudadana, etc. el mundo rural, aislado y tradicional, se
contemplaría como un grupo de personas que han optado por una forma de vida
diferente y minoritario, un grupo recluido en sus propios asuntos, al margen de
la urbe y su movimiento poblacional.
Encontrar grupos, distanciamientos y dicotomías no es difícil, los
espacios de las ciudades están pensados para atraer a ciertas personas que
reúnen características similares tales como la pertenencia a una determinada
clase social en el caso de los denominados spa, por ejemplo. Esta apropiación
de la ciudad como un espacio conformado por edificios, lugares, zonas, etc.
que, a favor de sus intereses, se muestran al gusto y disfrute de un
determinado perfil poblacional reflejan la cantidad de círculos y variedades
que se pueden formar dentro de un mismo lugar y, en este caso, si la
globalización supone una aproximación de todos los lugares del mundo ¿hasta qué
punto la gran variedad reflejada no uniría zonas altamente distantes y
separaría puntos próximos y/o contiguos en función de la utilidad del lugar? La
globalización se muestra pues como un complejo cambio que ha recorrido la
estructura tradicional de la ciudad, una estructura arraigada en costumbres y
con una identidad reseñable. Esto no sitúa a la diversidad como algo
perjudicial sino como una forma de pensar en la facilidad con la que se puede
separar la población a partir de intereses, deseos y propuestas que subyacen en
lo más interno del animal racional: el sentimiento de pertenecía, ubicación e
identificación.
La lógica de la globalización ha provocado una reestructuración de casi
todas las zonas mundiales siendo precisamente las ciudades más reconocidas
socialmente aquellas que manejan grandes cantidades de información o se
destinan al negocio estricto de las finanzas y la administración, una lógica
basada en el mayor conocimiento inimaginable pero dejando grandes carencias
visibles en el rango de pensamiento, racionalidad y reflexión. La información
no se procesa y analiza sino que fluye a un nivel de sentimientos y de
experiencia, llega a nosotros y se va sin aportar nada a nivel de conocimiento
y es entonces cuando, abrumados por la gran cantidad de tecnología que
impregnan nuestra vida de información y contactos virtuales, damos cuenta de
que hoy es un día en el que no podemos pararnos a pensar, hay que seguir
atendiendo a todo aquello que nos reclama y que agota nuestro tiempo de manera
insaciable.
A pesar de estos cambios inimaginables en
épocas anteriores y contando con la gran cantidad de tiempo que se invierte en
hacer varias cosas a la vez presionados por diversas fuentes laborales,
familiares o sociales, una de las formas gracias a las cuales podemos clasificar
la globalización como un conjunto de cambios es la capacidad de memorización
del ser humano, una memoria que guarda en su interior la antigua ciudad y la
compara con la ciudad actual, una memoria que sabe que han cambiado aspectos a
favor de intereses dominantes pero mantiene ciertas prácticas ancestrales a
través de diversas formas de organización y control como es por ejemplo, sin ir
más lejos, la opresión a la mujer. Tradicionalmente, esta opresión se ejercía
en el núcleo familiar, ahora la ciudad está pensada, con su delincuencia y
violaciones, a educar a la mujer en el miedo, una mujer que pocas veces pisa la
calle sola en la noche...
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